sábado, 18 de enero de 2014

Apatía temporal

Alterno estados de ánimo de magnífica exuberancia con momentos de oscuridad donde todas las puertas simbólicas de mi mente permanecen cerradas.
Elijo una cualquiera y trato de abrirla. La empujo con todas mis fuerzas pero solo consigo que de su pesada hoja surja una especie de quejido ante mi molesta presión.
Me siento tan agotada que abandono el intento y me cobijo entre las sábanas para que la realidad pase, y no participar de ella.
Las cálidas mantas de la apatía pesan sobre mis huesos, provocándome un placer que me obliga a ocultar también la cabeza bajo ellas, cerrando los ojos para impedir que ni un atisbo de la luz del exterior penetre en mi aislamiento.
Conjugo pensamientos de derrota, e hilvano con hilos de impotencia las agujas que me cosen a esta cama.
Disfruto de la facilidad de mi desidia, de la inutilidad de las agujas del reloj marcando un tiempo en el que no sucede nada…
Me pregunto por esta capacidad mía para atormentarme…y pienso si no será el dolor la savia que necesito para expresar…
Me regocijaré un poco más en este fango de pesimismo, ¡se está tan caliente en este lecho…!
Quizá en cinco o diez minutos aquella fuerza de voluntad que un día tuve regrese y me obligue a retirar las mantas que me protegen del frío del esfuerzo por continuar; quizá dentro de un rato logre abrir alguna puerta, quizá vuelva a salir al sol antes de que anochezca…

De momento me dejaré caer en mi sueño de nada soñar…

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