Y resulta que amaneció
un día como otro, porque el sol, sin sorprender, decidió salir por el mismo
sitio…
Y sucedieron las
cosas como el día anterior, y las sombras se inclinaron obedientes con el paso
de las horas…
Y al avanzar el día,
la tarde, sin opciones, cayó…
Y refrescó la vida, y
ocultó los detalles a la vista…
Y disfrazó a los
árboles de amenazadoras sombras…
Y alguien abrió,
diligentemente, la puerta de las pesadillas…
Y se colaron estas por
las grietas de los inacabados sueños de colores…
Y sobrevino el temido
desvelo, con sus gotas de sudor y sus temblores…
Y los miedos reinaron
con pesadas coronas de plomo…
Como grilletes que
aprisionan la carne…como poderosas manos que comprimen el pecho…
Como respirar sin
aire…como los muertos…
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