A
mis espaldas,
bastantes años de experiencias que deberían haberme enseñado algo…
El dolor de las
viejas heridas sigue siendo dolor, pero no ha mudado en amargura que me devore
como carcoma…
Por supuesto
tengo memoria, y recuerdo que muchas veces perdí, pero igual que perdí solté;
solté lastres que pretendían mantenerme anclada al suelo, allí donde el oxígeno
es escaso.
El precio que
pago por ser dueña de mis pasos es alto a veces, y a menudo los dientes duelen
de apretarlos tanto; y lloro abrazada a mi almohada bordada de sueños, y cierro
los ojos hasta que cesa la lluvia, y vuelvo a equivocarme, y a arrepentirme, y
a enfadarme conmigo, y a desaprovechar, y a verte desaparecer; y como creo que
no volverás, pataleo…
Pero no suelto
el timón, no arrastro cadenas, no cargo mochilas en la espalda…
…correr el
riesgo de perder, y a veces hacerlo, sí.
…perderme yo por
conservar aquello que me daña, no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario