Calor;
“abotargante” amigo de pesadez de piernas y de espíritu, maestro en ralentizar
mis ritmos y en entrecerrar mis ojos…
Me perturba el
continuo ardor en mi espalda…no me deja pensar…
Me molesta el
eterno sudor que provoca que la ropa tropiece al vestirme. Me importuna tener
sed todo el tiempo, y permanecer enclaustrada, oculta del monstruo llameante
que campa en las calles hasta que llega la noche y se digna levantar durante
unas horas su abrasador toque de queda.
Pido disculpas
por no saber divertirme con la arena que quema las plantas de mis pies mientras
alcanzo el momentáneo alivio de unas aguas de dudosa limpieza en las que avanzo
temerosa, sintiendo, que no viendo, cómo pegajosas algas rodean mis piernas, en
un frágil equilibrio entre el extremo cuidado por no pisar algún cuerpo extraño
que me lastime, y mantenerme firme ante el embate de las olas, intentando impedir que alguna
un poco más potente me derribe.
Prefiero
prescindir del placer de comer pan con tierra, rodeada por todas partes y a
escasos centímetros de personas semidesnudas que no conozco de nada.
No logro
disfrutar abrasando mi cuerpo en busca de un tono oscuro y engañosamente
atractivo, que cuartea y envejece prematuramente mi piel.
Sueño con copos
de nieve…
Añoro las tardes
doradas de otoño…
No hay comentarios:
Publicar un comentario