Recuerdo una habitación sin personalidad. Me veo a mí
misma observando una estancia vacía, a no ser por un par de asépticos muebles.
Recuerdo un frío glacial.
Ni el más mínimo rastro de que alguien durmiera allí por
las noches, ni la más mínima huella de un alma. Ni un libro, ni una foto, ni un
cómic, ni una maqueta de algún coche antiguo, ni siquiera ropa o un par de
zapatillas en el suelo, ni la entrada arrugada de un viejo concierto, ni un
bote de colonia, ni un juego de llaves, ni nada.
Tan sólo cuatro paredes definiendo un dormitorio inerte.
Tan sólo mi asombro fotografiando la escena que ha querido rescatar hoy mi caprichosa mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario