No creeré en nadie que no sea
un ejemplo de lo que dice, ni escucharé lecciones impartidas desde palacios de
oro.
No realizaré más sacrificios
en aras de quien no se sacrifica.
Y sólo seguiré los pasos de
quien camine ante mí, pisando el mismo polvo del camino que yo.
No atenderé a palabras
cargadas de miedo, ni confiaré en quien no quiere ensuciarse las manos.
No me postraré ante ricas
vestimentas, ni me dejaré impresionar por fastuosas ceremonias.
No me deslumbrarán brillantes
cristaleras, ni majestuosos monumentos de fría piedra.
Sólo me rendiré ante quien me pida humildad, siendo él humilde…ante quien me enseñe y no me juzgue…ante quien me
acepte imperfecta...
¡Preciosa reflexión! me la apunto en mi diario personal.
ResponderEliminarBesos.