Nunca había pensado que debo
empezar por dentro. Me explico: por dentro de mí misma.
Jamás se me hubiera ocurrido que es mi interior lo que debo arreglar para que se arregle el exterior.
Abres los ojos y ahí estás,
cada mañana, diciéndote a ti misma que no lo lograrás; que eres demasiado
tímida, demasiado mayor, demasiado perezosa, que no tienes suficiente tiempo…
Cada despertar el mismo
sermón, interiorizado en cada célula a fuerza de repetirlo; y antes de salir a
la calle ya has decidido que nada sucederá. Que hoy tampoco cambiará tu mundo.
Nunca tienes tiempo para
felicitarte por las cosas que has logrado, pero sí para castigarte por las que
no. A diario te olvidas de tus sueños, pero jamás sales de casa sin cargar en
tu espalda esa mochila llena de culpas.
Qué difícil es vivir así, qué
terrible…
Buscamos en ojos ajenos el
perdón, la comprensión, el amor…pero buscamos donde no está…porque somos nosotros quienes debemos perdonarnos y comprendernos…somos nosotros quienes debemos amarnos.
Eres tú quien debe mirarse al
espejo y decir: “¡Me encanta ser yo!”.
Y en ese preciso y precioso
instante la vida entrará a borbotones y todo empezará a cambiar…
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