A menudo me gusta
detenerme en el camino a descansar, a veces está bien parar un poco. La cosa no
va mal, estoy aquí.
Y sigo siendo yo, más
yo que nunca, pues nunca hasta ahora había pensado en mí.
Sonrío con cierta
tristeza al recordar esa persona que era yo, viviendo la vida asomada a una
ventana, espectadora de otras existencias.
Solía aceptar los
días creyéndome víctima de mi vida; y solía juzgar la de otros sin demasiada
piedad.
Estaba tan perdida…
Vivía encerrada en
mí, rodeada de cerrojos y candados, de fríos y húmedos muros de piedra que
ocultaban el sol a mi vista ¡Y me creía libre! ¡Y me sentía dueña de ese reino
de sombras!
Pero un día dejé
de respirar…no había aire entorno a mí…no había vida en mi vida…
Golpeé con fuerza
aquellos muros, golpeé con furia, ignorando el dolor y la sangre en mis
nudillos; golpeé hasta derribarlos…y después de tantos años de vida, aprendí de
repente a vivir…
No hay comentarios:
Publicar un comentario