Aburrida
y conteniendo un bostezo dirigí mi mirada hacia la ventana. Observé con
desgana la maceta que descansaba junto al cristal; una pequeña planta que
alguien había puesto allí y a la que nadie prestaba atención a no ser para
regarla de vez en cuando.
Reparé
entonces en que todas sus hojas estaban orientadas hacia el sol que brillaba en
lo alto del cielo, y quedé fascinada ante sus ganas de vivir…y me emocioné al
contemplar la humildad de tan extraordinario ser…y así fue como esa pequeña
vida llena de coraje me enseñó a ver que todo cuanto me rodea es sorprendente.
Jamás
volveré a pensar que la vida no es mágica cada día…jamás volveré a simplemente
existir…
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