¿Por qué
los domingos saben a melancolía? ¿Alguien sabe por qué huelen a quietud; por
qué su atmósfera es plomiza?
No sabría
decir si me gustan o no; no sé si esta hibernación en la que caigo este día me
agrada o no…
Tampoco consigo entender por qué vivo los domingos como un pulso contra la tristeza, por
qué tengo esta sensación de pérdida…
Creo que
muchas veces no me gusta el domingo porque es el único día en que puedo, de
verdad, pensar; creo que tanta calma me obliga a escucharme a mí misma…y a
menudo no me gustan los reproches que me hago…
En cambio
otras veces no se me ocurre mejor compañía para mí que yo; y no imagino mejor
sensación que la de reconciliarme conmigo…
No
deberíamos considerar el domingo como simple antesala al frenético
lunes…deberíamos concederle su propia personalidad…porque es día de renovarse,
de hacer balance, de partir de cero.
Ni
siquiera importa que para muchos sea día de despedidas, porque si hay
despedida hay alguien de quien despedirse…
A mi me encanta dedicarme los domingos a mí, a cuidarme y a mimarme, tampoco es tanto pedir dedicar un día de cada siete a la persona más importante que tenemos, que somos nosotros mismos. Al menos es lo que yo pienso...
ResponderEliminarUn abrazo, bonita reflexión.