Tiene que haber
una razón para que yo esté aquí, y no en otro lugar, justo en este momento;
para que mi vida sea como es, para que tú y yo nos hayamos cruzado, y aun sin
conocernos, nos hayamos mirado un instante.
Tiene que haber
un motivo para mi edad, para el color de mis ojos, para mi nombre y para el
sonido de mi voz.
Tiene que tener
algún sentido que capte la esencia de vidas ajenas en retazos de
conversaciones que llegan hasta mi cuando camino en silencio por la calle.
Tiene que haber
una explicación para las cosas que he hecho, y para las que no; para lo que
pienso, para lo que digo, para lo que me hace feliz, para lo que me enfada.
Tiene que haber
una razón para que yo no vaya a conocerte nunca, aunque escriba para ti...
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