Qué romántica es
la lluvia, y el otoño…y el tímido sol que se oculta entre las nubes, que nos
envuelve en pálida luz y nos hace evocar tardes pasadas.
Qué magia tendrá
la lluvia, que empapa nuestras almas de añoranzas de otros tiempos.
Qué poder tendrá
el otoño, que nos adormece con su melancolía y nos hipnotiza con su paleta de dorados.
Qué tendrán la
lluvia y el otoño, que nos devuelven el sabor agridulce de amores perdidos, que
barren las calles de verano y las visten de hojas y de viento, que nos hacen
rebuscar en viejos álbumes las sonrisas de otros días, las personas que se
fueron…a veces para siempre.
No quiero
ocultarme de la lluvia, sino sentirla, y que arrastre en su corriente mis
errores y riegue mis ganas de vivir con agua nueva.
No quiero que
acabe el otoño, porque su calma contiene mis nervios, y en su plácida tristeza
me siento confortada.
Es tan agradable
a veces sentirse pequeña…qué tranquilidad saber que mis actos no moverán
montañas ni cambiarán el mundo…qué paz caminar por las calles y ser sólo una
figura más bajo un paraguas.
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